El reencuentro

Julio, agosto, septiembre y octubre de 2019


 

 Durante ese verano también hice salidas a la colonia de gaviotas que nombro en el primer capítulo de esta serie. Fueron pocos días los que visité ese acantilado, por falta de tiempo, pero cuando lo hice, aproveché el tiempo al máximo.

Gaviota patiamarilla descansando en el acantilado.

El poder trabajar con sujetos salvajes pero habituados a los humanos, como esta gaviota, me permitió aprender y progresar.


 

 Eran sesiones de entrenamiento, sin yo darme cuenta. Iba avanzando en los conocimientos de mi equipo, y eso me ayudaba para hacer cosas que hasta entonces no había hecho. Fue un verano loco de continuo aprendizaje, que me preparó para mi primer proyecto. Cada sesión y cada especie me enseñaba y me hacía crecer. Aprendía muy rápido y mucho, y es que tanto tiempo con mi cámara en la naturaleza me hizo progresar a un ritmo vertiginoso. 

Puesta de sol sacada desde la colonia de las gaviotas.

Nunca dediqué mucho tiempo a la fotografía de paisaje, pero de vez en cuando, cuando veía alguna foto interesante, intentaba realizarla.



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