Intentando encontrarme con las águilas

 Gracias a un amigo conocí los hides “Oteafoto” del colectivo Azálvaro. Entre los aguardos que ofrecían, me llamó la atención el de aves carroñeras, y comencé a maquinar un viaje en mi cabeza para visitar El Espinar (Segovia). Después de una semana pensándolo, acabé llamando y hablando con la persona que gestionaba el hide, Jose. Quedé en hacer dos sesiones en días seguidos, para tener más posibilidades de fotografiar a las grandes águilas: águila imperial y real. Ese era mi objetivo, aunque sabía que me podía volver a casa sin ver a estas especies.

Por la escasa conexión de transporte público entre San Sebastián y El Espinar, mi padre decidió acompañarme a este viaje. Hasta entonces en todos mis viajes había usado el transporte público.

El viaje era de tres días, y para la tercera sesión alquilé un hide de águila real en Ávila.


Noviembre de 2019

El espinar (Segovia)

Día 1


 

De noche, después de varias horas en coche, llegamos al pueblo donde al día siguiente habíamos quedado con Jose. Dormimos en nuestro vehículo y a primera hora nos dirigimos hacia el muladar. Todavía tengo la imagen de cuando estábamos yendo y decenas y decenas de milanos reales volaban por allí. Nunca había visto tantos juntos. Cuando estábamos cerca del escondite milanos y buitres volaban muy bajo por encima. Me metí al hide y Jose y mi padre se fueron. Segundos después, buitres leonados y negros empezaron a bajar, los milanos comenzaron a hacer sus picados característicos y los córvidos adornaban el banquete con su idas y venidas. Pude disfrutar de disputas entre los buitres, de los vuelos de los milanos, de las persecuciones de los cuervos y otros comportamientos e interacciones muy interesantes.

MIlano real de primer año volando por encima del muladar.

Me sorprendió la cantidad de milanos reales que había por allí, era espectacular.


Pasaban las horas y las águilas no aparecían. La actividad fue bajando según se fue terminando la carroña. Un par de zorros animaron un poco la sesión, pero después todo siguió en calma. Hacia última hora de la tarde salí del aguardo y me dirigí hacia donde me recogían.

Zorro merodeando el muladar.

Apareció cuando todo estaba en calma, para así poder buscar los restos de carroña sin competidores.


Día 2


 

Esta segunda sesión fue similar y, exceptuando la visita temprana de un ratonero, vinieron a comer las mismas especies. Las águilas tampoco aparecieron.

En esta segunda sesión exprimí más los vuelos de los milanos reales. Desde que terminó la actividad de los buitres, algún cuervo visitaba la zona de vez en cuando. También un par de zorros me visitaron. Pero eran los milanos los que más actividad tenían, y de vez en cuando pasaban por en frente. Estuve practicando varias horas con la especie y conseguí algún resultado. En estas dos sesiones tuve la mala fortuna de tener al fuerte viento de cara. Las rapaces iban contra el viento y daban la espalda al hide, dificultando las imágenes en vuelo. También la lluvia débil y el cielo muy cerrado crearon un par de días muy oscuros que me pusieron a prueba. 


Milano real de primer año volando.

Pude observar todas los plumajes por los que pasan los milanos hasta llegar a adultos.



Como en la sesión anterior, hacia la tarde noche me recogieron. Justo cuando nos íbamos a despedir de Jose, mi padre cerró el coche con la llave dentro. Se cerró el coche y no podíamos acceder al interior de ninguna manera. Llamamos a la grúa que tardó un rato en llegar. Se iba haciendo de noche y el viento que hacía era congelador. Gracias al buen trato de Jose y una compañera suya, se hizo más amena la espera en una casetilla que tenían allí. La grúa llegó casi de noche. Forzaron la puerta para meter un alambre y enganchar la llave que estaba dentro. Ya de noche, con linternas, uno de los chicos que vino consiguió coger la llave no sé cómo. Todo un milagro.

Seguido, después de agradecerles el servicio, pusimos rumbo a Ávila. Al día siguiente me esperaba una sesión en un hide específico de águila real.

Buitre negro joven rodeado de buitres leonados.

Los buitres negros eran minoría y tenían que buscar su opción de alimentarse entre los buitres leonados. Este buitre tuvo que esperar su opción mientras los leonados se alimentaban.


Ávila

Día 3


 

Era la última oportunidad para poder fotografiar al águila real. El hide era de Urbano Arroyo. Nos levantamos tras haber pasado la noche en el pueblo donde habíamos quedado con él. Nos dirigimos hacia el hide con un día bastante cerrado, con nieblas, nublado y con lluvias débiles. Comenzamos a subir hacia una zona preciosa. Llegamos al hide y entramos los tres a esperar a las águilas.

Era mi primera vez en un hide específico de águila real.

Gorrión chillón en un posadero.

Una charca con agua y comida delante del aguardo amenizaba la espera de las águilas.



El fuerte viento junto con la lluvia mojaba el cristal del hide y dificultaba la vista. Pasaban las horas y no mejoraba el tiempo. Había ratos en los que salía algún rayo de sol, pero fue un día muy movido, en general. La pareja de águilas no aparecía, en cambio, pequeños pajarillos se animaron a venir a la charca que Urbano tenía puesta a pocos metros del hide donde echaba algo de comida.

Hasta media tarde estuvimos esperando, pero ni rastro de las águilas. Acabamos saliendo sin saber nada de ellas.

Así fue mi primera experiencia con esta especie. Urbano, algo apurado porque las águilas habían fallado, le tranquilizamos diciendo que sabíamos que podía pasar. Esto es lo bonito de la fotografía de naturaleza, nunca sabes lo que va a ocurrir.

Cogujada común posada en una roca.

Numerosas especies visitaron el comedero y pudimos disfrutar como enanos.


Un viaje lleno de experiencias buenas. Aun no habiendo conseguido el objetivo de fotografiar por primera vez al águila real, solo recuerdo cosas buenas de estos tres días. Seguido de esto, pusimos dirección Burgos, donde iba a comenzar el Winter Project, mi primer proyecto.


Aquí termina la serie “etapas del fotógrafo“.

En ella se ha podido ver mi evolución y el gran interés y dedicación que puse en esos 9 meses que pasaron desde que comencé a tomarme muy enserio la fotografía de naturaleza hasta que inicié mi primer proyecto.

Con el proyecto comenzó una nueva etapa de la que salí transformado y fortalecido para seguir mi camino con más fuerza que nunca.