Gracias a un amigo conocí los hides “Oteafoto” del colectivo Azálvaro. Entre los aguardos que ofrecían, me llamó la atención el de aves carroñeras, y comencé a maquinar un viaje en mi cabeza para visitar El Espinar (Segovia). Después de una semana pensándolo, acabé llamando y hablando con la persona que gestionaba el hide, Jose. Quedé en hacer dos sesiones en días seguidos, para tener más posibilidades de fotografiar a las grandes águilas: águila imperial y real. Ese era mi objetivo, aunque sabía que me podía volver a casa sin ver a estas especies.
Por la escasa conexión de transporte público entre San Sebastián y El Espinar, mi padre decidió acompañarme a este viaje. Hasta entonces en todos mis viajes había usado el transporte público.
El viaje era de tres días, y para la tercera sesión alquilé un hide de águila real en Ávila.